¿Constitucionalismo? ¿Eso con qué se come? El Constitucionalismo sería el estudio de la/s Constitución/es, lo cual por empezar dice mucho, tanto que casi no dice nada. Lo constitucional, esa extraña cuestión reservada a (por) un par de personas. Es un mundo monopolizado por los “constitucionalistas”, eso de lo que todos algo sabemos, pero que termina resultando un misterio inabordable, un misterio que da Poder, por supuesto, a unos pocos; que habilita a opinar cualquier cosa sobre cualquier cosa. Se trata al fin y al cabo de algo elitista, de algo que suponemos que debería ser, pero cuando nos lo enseñan nos informan que no funciona, o no lo hace como alguien dice o dijo que debería. Pero siempre el que habla desde el Derecho Constitucional habla desde la certeza, desde algo acabado, desde la piedra de la verdad, Bah! Todo el que habla desde lo jurídico repite ese comportamiento, actuar como si la cuestión estuviera resuelta. Pero luego hay Leyes que dicen una cosa, o en realidad otra cosa totalmente contraria, y hay Gobiernos que promueven determinadas Leyes y buscan derogar otras, y jueces que dicen una cosa y otros que dicen lo contrario, y empresarios que quieren una cosa y trabajadores otra, y medios de comunicación que comunican o desinforman y dinero, y miedo y esperanzas, y nacionalismo, y gente con muchísisisima riqueza y otros que ni para comer tienen, y en el medio el Derecho Constitucional, y muchos dirán ¿Qué tiene que ver lo constitucional con todo eso? Y nosotros diremos que mucho… Veremos aquí qué cosas suelen decirse de la Constitución, de la política, de la economía, de las normas, de la vida, de la historia, pero vernos lo que generalmente también no se dice, se calla.
¿Complejidad? ¿Hace falta? Podemos seguir hablando de lo jurídico (y por supuesto lo constitucional) desde el modelo científico, económico y social del siglo XIX y XX, podemos hablar de la necesidad de limitar al Estado frente al individuo, o del orden público y el bien común, o de la propiedad privada, la división de poderes, llenarnos la boca de república, respeto a las instituciones, hablar casi nada sobre el constitucionalismo social, ponderar el medio ambiente a los gritos, y podemos hacerlo todo el tiempo sin mayor necesidad de profundizar ninguno de esos conceptos. O tal vez escuchar noticias que nos digan que la política es una porquería, que el Congreso no sirve para nada, que todo es corrupción, que un juez va a solucionar o debería solucionar todos los problemas, entre otras muchas cosas. Pero también podemos preguntarnos si no es hora de buscar nuevos modelos de análisis, quizás más proclives a tomar elementos de los saberes científicos más aceptados y universales, abiertos a generar comunicación con esos saberes, a romper con los modelos que tienden a encerrar a lo jurídico sobre sí mismo. Es que en definitiva existe un modelo de complejidad que cada vez cobra mayor importancia en la explicación de los fenómenos naturales y sociales, partiendo de analizar las interacciones entre los diversos elementos que componen una red (como la sociedad humana), sus intercambios de materia, energía e información, sus flujos de retroalimentación, sus mecanismos de distribución, sus conexiones con otros sistemas. Lo complejo se integra con lo ya dado, con lo ya pensado, no lo niega, pero nos permite nuevos marcos de comprensión de la realidad que nos circunda, para encontrar nuevas respuestas, para reconsiderar algunas concepciones arraigadas en nuestra cultura que nos impide comprender cómo se conforma lo social, cómo juega el devenir histórico, qué es la política, qué es el poder, quién tiene el poder, qué relación tiene la economía con lo jurídico, cómo surgen las normas, por qué a veces no se cumplen. La propuesta es entonces romper con un modelo excesivamente dogmatico, judicialista, individualista, concentrado, colonizado y aristocrático, y pasar a un modelo multicausal, no lineal, en red, con comprensión y respuesta de lo colectivo, que potencie la política, que no sea ritualista, que sea nacional, latinoamericanista, universal y popular. Nos proponemos construir el Constitucionalismo del siglo XXI, el Constitucionalismo de la Complejidad.
¿Popular? Si, no nos da miedo la palabra pueblo, tampoco popular o incluso “populista”!! Estos términos injustamente denostados y sobre todo mal empleados y pésimamente explicados por muchos abogados, politólogos y comunicadores merecen su inmediata revalorización. Como analizaremos en estos escritos, no se puede hablar de lo jurídico sin el pueblo, y muchos menos hablar de justicia sin referirnos a mujeres y hombres en plural, con intereses económicos y necesidades colectivas. Esto no niega la individualidad y la necesidad de proteger al individuo, pero seguir hablando de los derechos como mera potencia individual a esta altura de los acontecimiento es directamente ridículo y la puerta de entrada para denostar la política y construir un individualismo negador de lo colectivo y de la real matriz de gestación y protección de los Derechos esenciales. Desde niños nos enseñan que derecho y poder se contraponen, nos forman individualistas, mal podemos pretender tener un sistema jurídico y social que fomenten la solidaridad y los lazos fraternales, o siquiera compuesto por seres que entiendan el mundo en el que viven. Entonces, nosotros aquí buscamos un Constitucionalismo científico, que aborde la complejidad, pero que sea popular, que integre la complejidad social y que sea lo más accesible posible al pueblo. De qué sirve el Derecho si es incapaz de incorporar las demandas sociales? Y de qué sirve hablar del Derecho si no podemos analizar cómo se construyen esas demandas sociales? Nos proponemos (re)construir también un Constitucionalismo popular.
Sean bienvenidos NOS. Están tod@s invitados a leer estas páginas, a aprender juntos, a cuestionar y a aportar. Iremos desarrollando los temas vinculados con la Política, el Poder, la Sociedad, la Economía, los Derechos, la República, la Democracia, el Federalismo, entre otros, mientas que compartiremos críticas profundas a nuestro sistema jurídico, pero principalmente a nuestro modo de abordar lo jurídico, con especial énfasis en el rol hegemónico de los denominados “operadores” del Derecho: los abogados, jueces, asesores, políticos y autores de doctrina. Esperamos que de algo sirva este aporte.
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