Peronismo 4.0

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apuntes para salir del laberinto

 

Lucas Fernando Gómez Portillo Funes

  1. La comunidad organizada en red(){

El peronismo como el movimiento que conjuga su doctrina con el contexto.

No entender esto es lo que nos está haciendo fracasar.

El actual estado tecnológico-social exige incorporar algunas nociones propias de la denominada “visión de complejidad” a los análisis políticos, económicos y sociales, especialmente desde el peronismo, sobre todo para que continúe su existencia y grandeza.

El mundo actual se encuentra en plena transición hacia una escala nueva de complejidad, signada por la circulación de la información a gran escala y velocidad, no siendo adecuados del todo nuestros discursos, prácticas y modelos de análisis para incorporar esta nueva realidad. La emergencia de este nuevo nivel se ha acelerado violentamente a partir de la pandemia de Covid-19.

La incertidumbre que esto genera en todos los campos puede resultar insoportable para nuestra finitud humana, la cual incluso se ve en serio riesgo en algunos escenarios probables, por lo menos en el modo en que la conocemos. Así como algunas respuestas dadas por el sistema social global parecieran bastante promisorias, como la velocidad en la elaboración de vacunas, otras como su desigual distribución o las fallas sistémicas para controlar la propagación del virus dan cuenta de serios problemas organizativos, e incluso ponen en crisis las herramientas de análisis que hasta hoy han sido hegemónicamente aplicadas en casi todo el mundo, incluido los países más desarrollados.

Entonces, es hora de abrir nuestras cabezas y corazones, de generar discursos comunes, sin descartar el conflicto que siempre encierra lo humano, pero con mayor generosidad y potencia en superar las barreras comunicacionales y encontrar nuevas respuestas a los enormes desafíos que se nos presentan. Y también asumir las tensiones y dar las peleas que hagan falta.

Proponemos construir un modelo de análisis y acción peronista centrado en los procesos, los flujos y los incentivos que se generan en la red social, sobre todo en la generación, acumulación y gestión de la información.

La realidad que nos circunda puede ser simplificada en la interacción que existe entre individuos que componen conjuntos sociales que podemos describir como redes. Lo central no es partir de lo que hace o no cada individuo o un conjunto de individuos, sino cuales son los flujos de materia, energía e información, considerando que es en esto último donde tenemos que poner el mayor esfuerzo analítico y estratégico. Lo que importa es el espíritu del sistema antes que los sujetos que lo integran, a quienes hay que cuidar en su dignidad pero no explicar todo desde sus particularidades.

Hoy la rentabilidad empresarial así como las prioridades de los Estados están apuntando a las actividades que se encargan de la acumulación y gestión de enormes cantidades de información, así como en su aplicación a los procesos materiales de producción, de planificación y toma de decisiones.

En el mundo, entonces, existirán enormes diferencias entre aquellos países que ingresen en forma temprana a este proceso y que lo hagan con el mayor grado de profundidad e independencia, con recursos humanos propios y formados, y aquellos que queden fuera del proceso o lo hagan como meros compradores de los productos y servicios que generen los países de producción intensiva y de calidad, o como productores de productos secundarios o de menor impacto global.

Historia repetida.

Así como ocurrió entre la primer y segunda revolución industrial, aquellos países que concentraron la producción industrial y la propiedad de las máquinas que permitieron la aceleración de este proceso, y tenían mercados internos robustos, diversos y poblados, fueron los que establecieron un diferencial cada vez mayor con aquellos que sólo proveyeron materia prima o mano de obra a través de procesos de inserción capitalista global tardío o meros sistemas coloniales.

La clave será la capacidad de cada región y país en ampliar aceleradamente los mecanismos de conectividad y capacidad productiva en este sector.

En este contexto los países de latinoamérica, tradicionalmente caracterizados por los altos niveles de desigualdad y dependencia estructural tienen un enorme desafío, con riesgos y potenciales evidentes.

En varios países, como el nuestro, existen importantes sectores que desde hace años están trabajando en diversas aplicaciones, software o estudios referidas a la gestión de la información y su aplicación a problemáticas sociales.

Pero esto convive con la inercia que traen de ser países productores de materias prima, con falta de industrialización, dependencia extrema, precariedad educativa y niveles de pobreza estructurales, con focos de concentración económicas igualmente estructurales.

Asimismo esos procesos de desarrollo de las denominadas economías del conocimiento o TIC no han estado caracterizado por una planificación estatal consistente y comprometida, no sólo con esa expansión, sino con su aprovechamiento para las enormes mayorías, sosteniendo graves déficits de gestión en todos los niveles.

Falta todavía una enorme cantidad de población formada en esas artes, pero también que existan luego o en simultáneo puestos de trabajo suficientes para la inserción masiva de los trabajadores, lo cual más bien es un circuito que se retroalimenta antes que una relación de causa y efecto lineal. Esto hoy está variando, existe la posibilidad de que la formación de recursos humanos especializados en forma masiva no sólo encuentre oferta laboral adecuada sino que propicie su expansión, generando nuevos empresarios, espacios científicos tecnológicos, emprendedores o socios locales para empresas extranjeras.

Entonces, lo primero es generar sistemas educativos que rápidamente formen a millones de personas en diversas especialidades que van desde la programación, el análisis y gobernanza de datos, el liderazgo de equipos de desarrollo, el diseño y difusión web, la planificación estatal, la gestión de políticas públicas vinculadas con la información, pero también que lo hagan en diversos niveles, no sólo pensando en universitarios como ingenieros sino en “obreros y obreras” que sepan aspectos básicos y que puedan ser parte de proyectos pequeños, medianos y grandes según su expertise.

Debería pensarse también en una progresiva y cada vez mayor inversión en infraestructura para la conectividad de cada habitante, incluyendo el otorgamiento o facilidad de acceso a equipos como celulares o computadoras, vinculados a los procesos formativos y educativos, y pensados en las necesidades laborales que se presenten.

Así como países como Argentina promovieron un sistema educativos para incorporar a la alfabetización y los trabajos propios de fines del siglo XIX para millones de inmigrantes que se incorporaban a sus sociedades, y a mediados de siglo democratizó el acceso universitario, hoy debería pensarse y ponerse en marcha urgente un sistema educativo que permita esa alfabetización tecnológica y laboral en el siglo de la información, cuyo lenguaje, verdaderamente universal, es el de la programación.

La no toma de decisiones o la toma de decisiones erradas o tibias en este momento marcará el destino de desarrollo de esta región durante las próximas décadas, provocando una agudización de la desigualdad ya existente. A contracara, la adecuada y osada atención de este tema hoy es lo que puede ayudar a cerrar las brechas de los siglos pasados, posicionando a los países latinoamericanos en una posición de avanzada a nivel mundial, incluyendo la posibilidad de resolver problemas vinculados con la pobreza y el medio ambiente.

Habitualmente se usa el término “costos de transacción” para atacar el costo que tienen las regulaciones estatales en la interacción de los agentes económicos en una sociedad, pero esta mirada excluye que existen otros costos de transacción de mayor importancia como pueden ser la falta de conectividad y de capacidad para entender los nuevos procesos por parte de nuestras dirigencias, trabajadores y el común de la población. Esas barreras son las que deben ser reducidas ya, todo lo posible, para adecuar a la región en estas nuevas y dinámicas realidades.

En ese contexto Argentina se encuentra en medio de una pandemia y una crisis económica total generada por la última crisis de endeudamiento y colapso total del sistema económico dejada por el sector conservador y antiperonista de nuestro país, sumada a una pandemia que destruyó lo que quedaba, con una estratégia de respuesta del campo nacional y popular por lo menos insuficiente.

Para salir tenemos que retomar la comunidad organizada propuesta por el General Perón en 1949, pero desde el hoy, y sobre todo mirando al mañana. La comunidad organizada es hoy en clave de red, de flujos, de nodos, de información.

La salida tiene que ser con objetivos claros, de síntesis y realizables en poco tiempo, con la convicción de mejorar la calidad de vida general en certidumbre creciente y de convertir a nuestro país en una potencia y referencia mundial.

}

  1. La industrialización tecnológica intensiva y masiva como eje(){

Hoy el valor agregado se obtiene desde y con la información, con la creación de sistemas que manejan, gestionan y ordenan enormes cantidades de datos, que emplean la inteligencia artificial para resolver problemas imposibles hasta hace unos años, para brindar servicios esenciales, para mejorar y complejizar toda la vida humana.

En torno a esa actividad es donde más expansión económica se produce hoy, donde se genera más trabajo, de calidad, bien pagado, actualizado, con capacitación permanente, creatividad e innovación.

Así como el peronismo en los 40 del siglo pasado profundizó y tomó como bandera el proceso de industrialización y de sustitución de importaciones, y dejó una marca para siempre hoy tiene que hacer lo mismo en este proceso de industrialización, el cual además presenta una aceleración fabulosa, avanzando día a día, segundo a segundo, a veces en silencio y a veces con ruido atronador.

Esta capacidad de aceleración debe ser atendida por el peronismo como proyecto transformador y emancipador. La nueva industrialización emergente requiere su impulso feroz para subirnos en el tren de esta etapa de desarrollo mundial pero requiere mucha destreza para que se garantice una distribución igualmente acelerada, a veces fomentado la expansión y liberando espacio, a veces incentivando y a veces regulando para evitar innecesarios padecimientos de la población, sobre todo la más vulnerable.

Las decisiones que hay que tomar en todo plano deben ser fuertes, con gestos trascendentes, pero estratégicos y planificados desde el Estado, fortaleciendo las condiciones que propician la aceleración máxima del proceso, promoviendo a los sectores privados que más lo requieran para subirse a la ola, direccionando esfuerzos y planificando, no tirando recursos en sectores que no los necesiten o que puedan crecer velozmente sin tanto apoyo, salvo que tengan una dimensión geoestratégica innegable que merezca mayor atención.

Este proceso asegurará prioritariamente la primer bandera, la fundamental de nuestra doctrina: La Independencia económica.

Generar valor agregado servirá para salir de la actual situación de agonía y falta de expectativas, pero también para generar condiciones para ser potencia económica y política, para tener un rumbo geoestratégico de menor dependencia, con generación de valor exportable y de solución a la recurrente restricción externa, diversificando nuestra economía nacional, complementando nuestra potencialidad agricolaganadera, y permitiendo volver más competitivas y rentables todas las actividades económicas mediante la incorporación de tecnología en cada sector, en cada localidad de nuestro país federal, tornando más eficiente su producción y más sustentable cada segmento productivo.

Así podremos poner fin al proceso inflacionario que come nuestros salarios y la capacidad de planificación, logrando la verdadera reducción de factores de concentración, mayor productividad y generación de eficiencia estatal y privada.

Si necesitamos divisas extranjeras para pagar la inutil deuda que nos somete es en esta industria donde las encontraremos, pudiendo dar un salto extraordinario de productividad y bienestar colectivo.

Esta potencialidad económica y desarrollo técnico científico ayudará a fortalecer significativamente nuestra soberanía política, gracias a la menor dependencia económica, la mayor independencia técnica y la soberanía sobre nuestros datos, la creación de nubes de almacenamiento nacionales, la protección de nuestra información y el empleo de la misma para fines nacionales.

Lo interesante es que, además, este proceso, a diferencia de otros que hemos vivido en nuestra historia, requiere más que nada imaginación, creatividad y trabajo colectivo antes que gigantes inversiones extranjeras que nunca llegan o compra de costosísimas maquinarias, patentes o know how. Hoy hay gente muy calificada en nuestro país, proyectos impresionantes, así como hay material on line e infraestructura más que suficiente para empezar de una manera potente e intensiva.

Con esto se habilita la Justicia Social. Hay que salir de la precariedad laboral, de la dependencia de planes sociales que por imprescindibles no dejan de ser un paliativo y algo que no debería ser más que una política de contención para los sectores minoritarios que el sistema no pueda contener, para servir de brazo para levantar a quien lo necesite para volver a formar parte del mundo del trabajo formal y de todo el beneficio de vivir en sociedad, como lo indica el escudo peronista.

La industria tecnológica hoy requiere millones de personas que puedan trabajar en ella, además que expandir este mundo hoy ilimitado creará nuevos empleos a medida que crezca. Estos empleos son tremendamente bien remunerados, en general con enorme independencia personal, con buen reconocimiento social, con enormes proyecciones, incluso sin necesidad de mayor regulación o protección estatal en esta etapa inicial.

Las protecciones laborales hay que mantenerlas para quienes las necesiten, para los sectores donde hay demasiada demanda de empleos, pero hay que fomentar la libertad y expansión de estos empleos nuevos.

Hay que recuperar el trabajo como organizador social, y hay que hacerlo fomentando los mejores trabajos, los mejores pagos y los que den más posibilidades. Esto debe ser una obligación elemental del Estado, y una exigencia para cualquier peronista que se precie de tal.

Para ello hay que iniciar ya un proceso de educación masivo en programación, en ciencia de datos, en Inteligencia artificial, en manejo de algoritmos y en lógica de programación, asegurando la cada vez mayor y mejor conectividad. La educación es clave; el idioma universal hoy son los lenguajes de programación, y hoy sólo lo manejan un puñado de personas. Como peronistas, en la cuarentena, donde no se podía tener abiertos los colegios, terciarios y universidades por el riesgo epidemiológico, debimos haber promovido un plan de formación fenomenal y profundo para docentes y estudiantes de todo el país. Si no lo hicimos entonces hagámoslo ya, pero sin perder un día más, en esto se nos va la vida.

Debemos promover reformas al sistema educativo que pasen de un esquema jerárquico y estandarizado a uno colaborativo e inclusivo, pensado en red, aprovechando todo lo posible las herramientas tecnológicas y los conocimientos sobre la cooperación humana. No podemos seguir en el siglo XIX. Tenemos que pensar la educación mirando el siglo XXII, empezando por la metodología y el modo en que está organizada el aula. Los docentes deben ser los principales interesados y artífices de este cambio que generará mejores salarios y condiciones laborales mientras se logran resultados impensados en el futuro y el hoy de sus estudiantes, que deben formar parte de los nuevos trabajadores que transformarán la Argentina.

Debemos tener como eje una política centrada en la niñez, asegurando todo lo material y espiritualmente necesario para que esos niños y niñas hoy sumidos en la pobreza logren subirse masivamente a este proceso, y sean sus protagonistas.

Hay que pensar un sistema de salud integrado desde la tecnología, salir de la fragmentación que no le sirve ni a sus dueños reales. Podemos lograr una prevención y atención mucho más inteligente, más accesible, integradora de los sectores sociales y más equitativa. Incluso este nuevo sistema generará posibilidades de que haya empresas que brinden servicios de mayor complejidad y valor exportable, con un sistema de ciencia y tecnología nacional con resultados prácticos palpables y un modelo de soberanía sanitaria robusto y ejemplo en el mundo.

Tenemos que impulsar un sistema judicial que incorpore las nuevas tecnologías de manera inteligente, estratégica, con Inteligencia Artificial, dejando de hacer cosas estandarizables y rutinarias para ponerse de cabeza en la atención de los conflictos y de las necesidades populares, mejorando el acceso y la capacidad de respuesta, transparentando y democratizando.

Este modelo es compatible con el medio ambiente junto con una inescindible estratégica de desarrollo Nacional integral. Es sustentable y puede reducir significativamente los impactos al medio ambiente de otras actividades económicas al brindar información hoy imposible de obtener, de mejorar la técnica y de generar procesos menos contaminantes. Todo esto permitiría, en una segunda etapa, con mayor independencia, soberanía e información, ponernos en otro lugar a la hora de avanzar en reflexiones y acciones serias e integrales sobre actividades como la minería, con cuidado del medio ambiente, pero sin atarnos de manos en sectores productivos que pueden generar recursos, divisas y trabajo, y asegurando una explotación favorable a la economía nacional y no meramente extractivista o de incidencia marginal en nuestra capacidad productiva. Debemos tener cuidado de importar agendas del primer mundo que no nos dejen desarrollar lo propio.

Buena parte de los esfuerzos y recursos del sistema de ciencia y tecnología debe ser puestos en este sentido, para potenciar este proceso y generar un impacto práctico y real muy fuerte y distribuido.

La agenda de género y diversidad puede encontrar en toda esta transformación una herramienta inmejorable para lograr romper con la desigualdad y la discriminación, conectando y generando oportunidades laborales para las personas historicamente postergadas.

También hay que transformar cada efector público municipal, provincial y nacional por donde pasemos, cada oficina estatal, incorporar estas tecnologías, abrir todas las posibilidades que existen, tornarlos en entornos amigables, en estructuras eficientes que den respuestas efectivas, transparentes y oportunas a nuestro pueblo. El Estado, primero que nadie, tiene que incorporar estas herramientas para poder planificar con información adecuada, para establecer políticas inteligentes que permita reducir la incertidumbre en la toma de decisión política, asegurando resultados previsibles y más potentes.

Si el estado hiciera esta transformación en estos ejes estructurales todo el sistema productivo y social se ordenaría a su alrededor. Esto no demoraría más que un par de años en mostrar resultados.

Pero, para todo esto tenemos que, primero que nada, modificar el modelo mental y prácticas de nuestra conducción y nuestra militancia, quienes primero se deben capacitar en programación, ciencia de datos, teoría de redes, entender la lógica de programación, metodologías de la cooperación y otras reglas en las que hoy se define el mundo, generando equipos técnicos sólidos, estables y actualizados, fuera del divague y las agendas meramente discursivas o retóricas.

Para irrumpir en este mundo y transformarlo tenemos que entenderlo. Hoy esto no ocurre. No se trata, compañeros y compañeras, de ir a los barrios para hacer como que hacemos, tirar un par de posteos en redes sociales, o tratar de que alguien coma en una olla popular, tenemos que ser los impulsores de las reformas que permitan que esa gente tenga sus propias ollas, en sus casas (que debemos además asegurarnos de que sean hermosas), con su calefacción y servicios, y que puedan tener la posibilidad de, quien dice, en pocos años formar sindicatos vinculados en las nuevas actividades tecnológicas y empresas, o que se sumen masivamente a los sindicatos que ya existen por haberse aumentado la cantidad de trabajo formal y de empresas que hayan surgido. Pero primero que pertenezcan, que disfruten del bienestar social.

Debemos estar en los barrios, pero para hacer que cada niño y niña vaya a una escuela, tenga conectividad, tenga dispositivos y pueda conectarse al mundo, se adecuen al nuevo mundo, para que sus padres y madres también se formen y tengan acceso al trabajo, y sobre todo a los nuevos trabajos, obvio con las ollas y asistencia para que puedan comer y desarrollarse.

Hay que abandonar las explicaciones de porque no se puede, de todo lo que hacen otros para que no estemos mejor. Tenemos que ser los que hagamos todo para que todo pase.

Ya no hay vuelta atrás, el mundo es otro, nos tenemos que adaptar para transformarlo.

}

  1. La cuestión constitucional oculta y esencial(){

Por último, pero no menos importante para el peronismo y la Argentina, en algún momento vamos a tener que resolver nuestra fractura constitucional, aquella generada en 1955 cuando un bando militar derogó antijurídicamente la Constitución de 1949, surgida del proceso peronista, válida y hoy parcialmente vigente. Esta discusión que parece no tener que ver es la esencia de nuestras discusiones.

La academia hegemónica la ha silenciado y ninguneado, la justicia no cumplió su rol de aplicadora del Derecho vigente, los partidos políticos acordaron tácitamente una vuelta a la democracia de baja intensidad sin esa es Constitución, tomando por vigente una constitución de facto. Luego se enmendó parcialmente el estropicio en 1994, pero no toda el texto constitucional ni su espíritu fueron reformados en dicho año.

Argentina tiene cuatro fragmentos constitucionales vigentes (1949, 1956, 1957 y 1994), sin poder resolver esa fractura no vamos a solucionar divisiones ni falta de proyectos comunes que nos aquejan desde hace años. Debemos pensar en defender la vigencia parcial de la Constitución de 1949 para avanzar en un nuevo texto constitucional verdaderamente democrático, síntesis de todos los procesos políticos, sociales y económicos vividos, y así fundar un proyecto común que nos haga grandes, ahora.

La forma de re-relatar nuestro pasado, de recuperar la memoria, configura un elemento central de nuestra capacidad de transformar el presente y proyectar un futuro digno, como hicimos desde 2003. La memoria de los 70 debe completarse con lo acontecido en las décadas previas para ser verdaderamente emancipadora.

Debemos abandonar el miedo, “no pasarán a la historia los que especulen”.

}

peronismo4.0.add(apuntes para salir del laberinto);

Mendoza noviembre 2021

 

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